miércoles, 3 de enero de 2007

 

Marc Cardona, ¿dígame?


Casi nueve de la mañana (para muchos medio día; para mí una de las muchas fases REM).
Llaman al teléfono. Como siempre, he de dejar mis sueños debajo del nórdico y bajar corriendo las escaleras con un ángor a cuestas. Aunque sé el riesgo que supone bajar dormido y descalzo y corriendo, y que nunca llego, siempre lo intento: ¿y si es algo importante?

-¿Es aquí Marc Cardona?
-Eh...
(déjame que lo piense que estoy dormido) creo que sí. Sí, ¿qué quería?
-Pues que anoche me dejé el bolso en su taquilla, y...
Intentando imaginarme la situación: una mujer en mi vestuario, ayer... Pues no me enteré.
-¿Que anoche usted se dejó su bolso en mi taquilla? Eso es imposible! El acceso a ese área está restringido al personal del centro!
Empiezo a abrir los ojos a esa hora. Las legañas se han ido ablandando.

-Pues lo recuerdo perfectamente, ayer fuí a comprar a...
-Oiga, ¿a dónde está llamando?
-¿Que no es el Mercadona?
-...No!

Lo curioso del tema es que no fue la primera vez ni la última: ha habido un par más de situaciones similares, pero por suerte a diferente hora por lo que he podido responder más ágil y propio de mí:

-No! Se equivoca. Adiós!

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