miércoles, 14 de mayo de 2008
De tal perro, tal astilla

¿Cómo podemos pretender que no escupa, no grite, no cague fuera de tiesto si el propio amo (¿quién de quién?) tiene menos modales que unas botas de agua?
¿Cómo educar y reinsertar a quien es ineducable e inreinsertable?
Pero sobre todo, ¿cómo hacer para que los de la perrera se lleven a mis vecinos?
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